Y en ese lado se han quedado. La frase del narrador televisivo Fran Fermoso, fantasiosa retórica de la geográfica de Andorra, parece no ser ahora una cuestión de ubicación, sino de status. No se trata del viaje para los rivales hacia un lugar rodeado de montañas por los cuatro costados. “El otro lado del muro” visto por MoraBanc Andorra ejemplifica su “Brigadoon” particular, un lugar perdido en el que a diferencia de la película de Vincente Minelli, en la que la magia hace brotar de nuevo un lugar mágico cien años después, aquí fueron dieciocho exactamente, desde su descenso en 1996 hasta volver a la ACB en 2014. Y en este “otro lado” han permanecido desde entonces, con el asterisco del pasado curso 2022/23 en el que dieron dos pasos hacia atrás, a LEB Oro, para tomar el suficiente impulso de volver a Liga Endesa… y quedarse.
Porque los andorranos permanecerán una temporada más aquí tras dos grandes exhibiciones. Haciéndolo a lo grande, venciendo en Manresa en su ardua búsqueda por un puesto de Playoff (90-97) y apabullando a todo un F.C. Barcelona (108-92), con la certificación añadida de mantenerse en el lugar más cálido del muro, el de la máxima competición de nuestro baloncesto nacional.
Viajar a Andorra el pasado fin de semana significó una experiencia única. El ambiente en su “bombonera” se intuía diferente desde que, más de hora y media antes del inicio del encuentro en la tarde del domingo, los aficionados se iban agolpando entre expectantes y entusiastas, impregnando de ilusión los muros de piedra del recinto (único por su peculiaridad arquitectónica). Con ganas de ir caldeando el “recipiente”, la atmósfera se tornó irrespirable para los azulgranas como si no pudiesen sacar la cabeza del agua, ahogados por la agresividad del rival, plena de intensidad y velocidad en su juego -durante los 40 minutos, oigan- como en pocas veces les hemos visto esta temporada.
Tal riada de puntos (porque sí, 108 puntos son un buen carro de puntos) vino producto de un fulgurante arranque del escolta Jerrick Harding, autor de 13 puntos en el primer cuarto (18 al descanso), donde sus entradas a canasta y puntos en la zona, tras irse de sus pares por velocidad y recursos, producía el resquebrajamiento defensivo azulgrana, entre miradas de unos y otros compañeros. Solo con el acierto de Joel Parra, baluarte para igualar el partido a 30 en el segundo cuarto (6 de 10 en triples y 22 puntos en total), no llegaba a ser suficiente.
Reiteramos que, para llegar a esos 108 puntos, se debe estar muy acertados y durante los 40 minutos. Y así sucedió en los hombres entrenados por Natxo Lezcano. Que hasta 6 jugadores superasen los 10 puntos, que tipos como Mihailo Andric se sumasen al festín con sus 14 puntos ¡todos en el último cuarto!, entre la fiesta general de unos aficionados enfervorizados, dieron con la rodilla en tierra de unos azulgranas para nada acostumbrados a entregarse minutos antes de la conclusión de sus encuentros. La explosión y locura final en el pabellón, entre baile de jugadores tras amarrar la permanencia, entrelazando abrazos con los aficionados, dará para recordar esta jornada durante muchos años.
Y es que, con la calma -bastantes- minutos después pues las celebraciones se alargaron, Francesc Solana, director deportivo y alquimista de este proyecto en MoraBanc Andorra, en un año complicadísimo tras ascender desde LEB Oro, comentaba para el programa televisivo “Overtime” que la apuesta y el convencimiento era de tirar con la continuidad en algunos componentes, sobre todo del entrenador, el vasco Natxo Lezcano, hombre de marcado éxito en la segunda categoría de nuestra baloncesto y experimentado en Liga Endesa, reafirmando a los jugadores que subían de la LEB, con la adquisición de algunos de los jugadores más talentosos que el club haya visto. “En Jean Montero… nunca antes hemos tenido un jugador de esta calidad y esta proyección, capaz de hacerlo todo en ataque”. Muy poco probable la continuidad del escolta dominicano de 20 años en el club, recientemente nombrado “Mejor Joven” de la ACB, sí han podido sacar un notabilísimo rendimiento cuando algunos malos agoreros aseguraban que era muy complicado que alguien como él, acaparador de balón, pudiera complementarse con el anotador Jerrick Harding en pista (46 puntos en los dos últimos partidos). Sea de una y otra forma, el caso es que han resultado fundamentales en este éxito -porque hay que considerarlo un éxito- del baloncesto andorrano este año. Entre el grupo de equipos que ya no aspiran al Playoff (la segunda mitad de la clasificación), nadie cuenta con dos jugadores de tal calidad y talento para crear puntos como ellos dos. Finura, elegancia y un agradable encuentro con lo mejor de nuestro deporte.
Cuatro jornadas de ausencia en Felipe Dos Anjos, tras una lesión en un tobillo, no le ha hecho salirse del punto que necesitaban sus compañeros, necesitado de verdad como referente interior, volviendo ante los manresanos hace 10 días con tan solo 10 minutos de juego, baluarte ante los azulgranas con más de 18 minutos y contundencia en la pintura, aquello por lo que se desesperaba más que suspiraba años atrás. Felipe ya es “adulto” y muy a tener en cuenta en nuestra competición. Que sepan que fue de los máximos exponentes en la agresividad del equipo protagonista de este reportaje.
El compromiso de los veteranos Rafa Luz y Stan Okoye (este último, irregular durante el año, pero determinante el “día D” ante el Barça, con 14 puntos) servían de argamasa para cumplimentar la plantilla con la que mirarán por el retrovisor toda la batalla por evitar el descenso. MoraBanc Andorra ha cumplido de la forma más atractiva posible, aportando espectáculo con dos jugadores sobre todo, perfectamente rodeados por unos tipos que siempre han creído que su sitio está aquí, que no solamente lo han hecho bonito entre todos, sino que han sabido enseñar el “colmillo” en el momento decisivo del curso para cristalizar una permanencia. Y lo han hecho. Nuestra enhorabuena.
